Vampiros
Me atacan los vampiros. Siempre me han atacado. Sin duda soy presa fácil para ellos. Mis vampiros no llevan capa negra ni tienen colmillos afilados, no les afecta la luz del sol y supongo que pueden comer ajos sin problemas. Los vampiros que me han atacado siempre y siguen haciéndolo no quieren mi sangre ni tampoco son vampiros de energía. Quieren mi compañía. Casi siempre --¡qué se le va a hacer!-- son hombres, aunque el peor ataque lo sufrí de uno de sexo femenino, y (he ahí su poder) parecen personas razonablemente normales.
Mis vampiros son insaciables y, maldita sea, saben escoger perfectamente a su víctima. Amigos míos han sufrido también sus asaltos, pero ellos mismos reconocerán sin tapujos que siempre me he llevado yo los más graves y siempre con la mayor frecuencia. Mi legendaria incapacidad a decir que no, me convierte inmediatamente en víctima propiciatoria. Parece ser que mi expresión facial, mi presunta empatía y mi conversación conductista les atrae de manera irresistible. Como digo, he sufrido a muchos a lo largo de mi vida y, por desgracia, los sigo sufriendo. Estos vampiros no son siempre necesariamente malos; también los hay buenos, pero esto, si cabe, los convierte en seres aún más peligrosos, pues a uno, que no aprende, le cuesta todavía más quitárselos de encima. Mi interacción con estos entes ha cambiado mi carácter, ya que me han creado la obsesión de no querer parecer bajo ningún concepto uno de ellos. Por eso se me califica con frecuencia de "demasiado reservado" y me consta que me han hecho parecer poco interesado en quien sí lo estaba. En realidad se trata de mi natural timidez, unida al hecho de que mi concepto de respeto me lleva a entender que cosas que me pueden parecer interesantes a mí, pueden no parecérselas a los demás.
Me han atacado y me atacan aún hoy vampiros terribles que no tienen nunca suficiente. Estaba equivocado al pensar que, contrariamente a lo que suele suceder en el amor (al menos me sucede a mí), la amistad era siempre recíproca. Supongo que debería sentirme hasta cierto punto halagado por el interés de estas personas en compartir su tiempo y (esto es lo más terrible) sus confidencias conmigo. ¿Lograré algún día librarme de ellos? La pregunta no es fácil porque cuando he conseguido deshacerme de alguno enseguida han aparecido otros.
¿Por qué no me querrá quien yo quiero que me quiera?
Mis vampiros son insaciables y, maldita sea, saben escoger perfectamente a su víctima. Amigos míos han sufrido también sus asaltos, pero ellos mismos reconocerán sin tapujos que siempre me he llevado yo los más graves y siempre con la mayor frecuencia. Mi legendaria incapacidad a decir que no, me convierte inmediatamente en víctima propiciatoria. Parece ser que mi expresión facial, mi presunta empatía y mi conversación conductista les atrae de manera irresistible. Como digo, he sufrido a muchos a lo largo de mi vida y, por desgracia, los sigo sufriendo. Estos vampiros no son siempre necesariamente malos; también los hay buenos, pero esto, si cabe, los convierte en seres aún más peligrosos, pues a uno, que no aprende, le cuesta todavía más quitárselos de encima. Mi interacción con estos entes ha cambiado mi carácter, ya que me han creado la obsesión de no querer parecer bajo ningún concepto uno de ellos. Por eso se me califica con frecuencia de "demasiado reservado" y me consta que me han hecho parecer poco interesado en quien sí lo estaba. En realidad se trata de mi natural timidez, unida al hecho de que mi concepto de respeto me lleva a entender que cosas que me pueden parecer interesantes a mí, pueden no parecérselas a los demás.
Me han atacado y me atacan aún hoy vampiros terribles que no tienen nunca suficiente. Estaba equivocado al pensar que, contrariamente a lo que suele suceder en el amor (al menos me sucede a mí), la amistad era siempre recíproca. Supongo que debería sentirme hasta cierto punto halagado por el interés de estas personas en compartir su tiempo y (esto es lo más terrible) sus confidencias conmigo. ¿Lograré algún día librarme de ellos? La pregunta no es fácil porque cuando he conseguido deshacerme de alguno enseguida han aparecido otros.
¿Por qué no me querrá quien yo quiero que me quiera?
Labels: Quejas
2 Comments:
Recuerdo una lejana época, en la cantidad de ellos que circulaban por un edificio lleno de abogados.
En algún momento debería usted aplicar las míticas siete disciplinas de silencio que tan buen resultado dan ( al menos con los vampiros malos de Gerona)
Cierto, con el llamado "loco de Gerona" fue mano de santo. Pero el peor problema lo tengo con los vampiros "buenos". Para mí es un problema, en serio. Si quieren contar su vida, ¿por qué no crean un blog y me dejan a mí en paz?
Saludos, amigo.
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