Intocables
Existen personajes en la vida pública absolutamente intocables, indiscutibles y unánimemente (o casi) venerados. Son, en muchas ocasiones, artistas o intelectuales y más que ser graciosos lo que han hecho ha sido caer en gracia. Son tan mayoritariamente respetados, con una devoción casi religiosa por gentes de todas las clases, así como por las instituciones, que su obra --y no digamos su personalidad-- no necesita más que salir a la luz para recibir las mejores críticas y lograr un éxito inmediato.
Es cierto que en España en el campo artístico --pienso especialmente en el cinematográfico y el musical-- es prácticamente imposible encontrar una crítica negativa, pero aun así, los personajes a los que me estoy refiriendo sobresalen muy por encima del resto. Estos ídolos suelen llevar consigo un "certificado de buena persona" y saben quedar de maravilla allí donde vayan.
Su grado de infalibilidad es tal, que el más mínimo atisbo de crítica, desaprobación o, incluso, no afiliación ciega a sus hechos y pensamientos, se consideraría prácticamente un anatema. Sin embargo, que una persona proyecte una imagen tan maravillosa (aunque sigo ignorando por qué) no debería llevar automáticamente a la adoración de su obra, creo. Pero tienen la clave del éxito, reciben homenajes y gustan tanto a directoras editoriales o buenos guionistas cinematográficos como a administrativas sin ningún interés por las artes.
He leído en un periódico de los calificados como serios, que cierto cantautor al que se le ha concedido recientemente un doctorado honoris causa (lo que les decía), es uno de los más grandes músicos del siglo XX. Esto, como mínimo, es una exageración, por no decir que es una de las hipérboles más descomunales que he leído en mi vida. ¿Qué tiene su obra musical de ambiciosa, de experimental, de innovadora? ¿Tienen sus canciones bellos pasajes instrumentales y toques de virtuosismo? ¿Hay un antes y un después? Estábamos acostumbrados a que se otorgase gratuitamente el calificativo de poeta a cantantes aburridísimos, progres de salón, eternos nostálgicos de una época cutre y con un sentimentalismo espantosamente tópico y de garrafón, pero ahora, por si fuera poco, son también grandísimos músicos de la Historia.
Y no olvidemos, por favor, que los versos de Antonio Machado los escribió Antonio Machado.
Es cierto que en España en el campo artístico --pienso especialmente en el cinematográfico y el musical-- es prácticamente imposible encontrar una crítica negativa, pero aun así, los personajes a los que me estoy refiriendo sobresalen muy por encima del resto. Estos ídolos suelen llevar consigo un "certificado de buena persona" y saben quedar de maravilla allí donde vayan.
Su grado de infalibilidad es tal, que el más mínimo atisbo de crítica, desaprobación o, incluso, no afiliación ciega a sus hechos y pensamientos, se consideraría prácticamente un anatema. Sin embargo, que una persona proyecte una imagen tan maravillosa (aunque sigo ignorando por qué) no debería llevar automáticamente a la adoración de su obra, creo. Pero tienen la clave del éxito, reciben homenajes y gustan tanto a directoras editoriales o buenos guionistas cinematográficos como a administrativas sin ningún interés por las artes.
He leído en un periódico de los calificados como serios, que cierto cantautor al que se le ha concedido recientemente un doctorado honoris causa (lo que les decía), es uno de los más grandes músicos del siglo XX. Esto, como mínimo, es una exageración, por no decir que es una de las hipérboles más descomunales que he leído en mi vida. ¿Qué tiene su obra musical de ambiciosa, de experimental, de innovadora? ¿Tienen sus canciones bellos pasajes instrumentales y toques de virtuosismo? ¿Hay un antes y un después? Estábamos acostumbrados a que se otorgase gratuitamente el calificativo de poeta a cantantes aburridísimos, progres de salón, eternos nostálgicos de una época cutre y con un sentimentalismo espantosamente tópico y de garrafón, pero ahora, por si fuera poco, son también grandísimos músicos de la Historia.
Y no olvidemos, por favor, que los versos de Antonio Machado los escribió Antonio Machado.
2 Comments:
Caer en gracia es un arte en sí mismo, y en cierto modo deberíamos no admirarle, pero sí estudiar el fenómeno más de cerca. Recuerde la actitud de nuestro hombre cuando la crisis del Barça: parecía el Rey de España el 23-F. A lo mejor se trata de impostar la voz en el momento adecuado...
En todo caso, la música y la poesía no tienen nada que ver con esto...
Comparto sin excepción las palabras del doctor, en su comentario.Y,huelga decirlo, asumo como propia, hasta la última coma de su excelente "post". Ya lo he comentado con más extensión en otro foro, pero apetece una charla en torno al tema.
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