El mal

Es de sobras conocido el hecho de que somos descaradamente racistas con los animales. No ponemos al mismo nivel a un perro que a un pato o a un gato que a una carpa. Sin embargo la discriminación es mucho más grave cuando se utiliza a un animal como símil o metáfora para describir al poseedor de un defecto. Si bien es cierto que los cerdos descuidan bastante su higiene personal creo que su condición de productores exclusivos de jamón debería hacernos olvidar ese pequeño defecto. La cosa es mucho peor cuando se utiliza la palabra "cerdo", "guarro" (y sobre todo "guarra"), guarrada, etc, para hacer referencia a actitudes de mala persona, de traición, o incluso de perversión sexual. Es ésta, sin duda alguna, la injusticia más grande en nuestra relación con el mundo animal pues al cerdo no sólo no se le ensalza y venera constantemente como sería de esperar, sino que se le denosta y humilla.

En otro orden de cosas, ciertos animales son maltratados quizás con más justificación y se les utiliza como ejemplo negativo básicamente por lo repulsivo de su aspecto; así animales como la rata, el gusano o la serpiente se utilizan con frecuencia para insultar.

Pero lo verdaderamente inexplicable es que el más malvado de los animales del planeta no se ponga como ejemplo del mal (tan sólo se alude a él en relación al supuestamente pequeño tamaño de su cerebro) y no constituya su exterminio una absoluta y prioritaria obsesión. Todos cederíamos gustosamente parte de nuestra sangre si es eso lo que quiere, pero ¿es necesario sufrir además las muy desagradables, incomodísimas y hasta dolorosas consecuencias? Obviamente estoy hablando del mosquito: el mal por el mal mismo.