La gran ciudad IV
Sábado, once de la noche. La fealdad de la ciudad no queda enmascarada por la oscuridad. Un señor aspira con fruición un porro sin dejar de caminar. Las casetas de los estafadores que venden juguetes durante las fiestas de Navidad dejan paso a las de los artesanos que intentarán también, a su manera, sacarnos la pasta. Los jugueteros podrán vivir de rentas en sus mansiones de Beverly Hills hasta el año que viene. Algunos de los artesanos que se afanan en la preparación de las casetas también aspiran el porro, pero va más con su imagen. A la altura de una boca de metro una chica me saluda con la mano. Es guapa. Hace ademán de acercarse a mí con los brazos semiextendidos. Indudablemente su intención es darme un abrazo. Debe de ser corta de vista, pues al acercarme más se excusa. "Uy perdona". Se ha equivocado. El lenguaje es caprichoso: ella se ha equivocado y yo soy el hombre equivocado, pero yo no he hecho nada.
Labels: La gran ciudad
1 Comments:
La ciudad está llena de mujeres hermosas que esperan a otro.
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