Meditaciones de lunes. La discrepancia
Muchas veces las declaraciones de personas cuyas ideas compartimos y admiramos --ya sean escritores, periodistas, artistas o cualesquiera otros con voz pública-- nos resultan extremadamente cercanas. Podemos llegar a pensar que sus palabras son las nuestras o, por lo menos, serían las nuestras si nos dedicásemos nosotros a lo que ellos se dedican. Así, con frecuencia, a la hora de valorar sus opiniones, existe por nuestra parte una especial predisposición a estar de acuerdo con ellas. Es muy posible que nuestra predilección por lo que esas personas dicen, se deba a que reflejan --incluso mejor que nosotros-- exactamente lo que nosotros pensamos; sin embargo, no hay que descartar en absoluto la idea de que, a menudo, tengamos una gran predisposición a estar de acuerdo con ellos, sea cual sea el tema del que hablen o escriban. Sería aquí adecuada la expresión "creadores de opinión", pues, en general, solemos tener muy claro con quién queremos estar de acuerdo de la misma manera que no tenemos ninguna duda de con quién vamos a discrepar.
A pesar de lo dicho, nada hay más bonito que el pensamiento libre y nada pasa por discrepar total o parcialmente de lo expresado por nuestros intelectuales o artistas "de cabecera". Es agradable que personas de alto nivel nos den la razón, pero tampoco está mal que nos la quiten de vez en cuando igual que, modestamente, nosotros se la quitemos a ellos si nos parece.
Es mejor comulgar a ciegas con las ideas de un sabio que con las de un tonto, pero mejor aún es no comulgar a ciegas con las ideas de nadie.
A pesar de lo dicho, nada hay más bonito que el pensamiento libre y nada pasa por discrepar total o parcialmente de lo expresado por nuestros intelectuales o artistas "de cabecera". Es agradable que personas de alto nivel nos den la razón, pero tampoco está mal que nos la quiten de vez en cuando igual que, modestamente, nosotros se la quitemos a ellos si nos parece.
Es mejor comulgar a ciegas con las ideas de un sabio que con las de un tonto, pero mejor aún es no comulgar a ciegas con las ideas de nadie.
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