Impresiones después de un viaje. Apuntes sobre Singapur.
Singapur es una ciudad/Estado sorprendente. Muy bonita; todo lo bonita y más que se puede esperar de una ciudad moderna. Los imponentes edificios, muchos de ellos rascacielos, se levantan entre jardines y las amplias carreteras de cinco carriles están rodeadas de bosque. Singapur es famosa por la dureza de sus multas en caso de ensuciar las calles; yo no vi apenas policía, pero sí que es cierto que llama la atención lo limpio que está todo. Cada pocos metros se encuentra uno con ceniceros en los que depositar las colillas y no hay desperdicios por el suelo.
Otra de las cosas impactantes de Singapur --perdonen, pero la cabra tira al monte-- es la impresionante belleza asiática de sus mujeres. La gente es tranquila y educadísima y muestra una amabilidad a la que no estamos acostumbrados por aquí y el hecho de que el inglés sea lengua oficial contribuye, a pesar del marcado acento, a que no exista la sensación de aislamiento que impera en otros destinos lejanos. No se tiene que vivir mal allí, se lo aseguro.
Los amantes de las compras pueden disfrutar de infinidad de modernos centros comerciales que abren incluso los domingos y mercadillos donde encontrar gangas. Hay multitud de restaurantes de todo tipo (¡cené una noche en un restaurante mongol!), agradables pubs con música en directo, discotecas donde el incauto podrá hacerse la ilusión de que ha ligado, edificios enteros dedicados a la venta de poductos electrónicos o unos grandes almacenes llamados Mustafá que vendrían a ser un Corte Inglés algo pringoso en la zona musulmana (mucho más sucia y descuidada, por cierto) y que están abiertos 24 horas. Otra interesante y curiosa atracción es un "safari nocturno" en el zoo de Singapur; al parecer es el único zoo del mundo que ofrece la posibilidad de visitarlo durante la noche. Muy recomendable.
Las peripecias personales no tienen interés, tan sólo decir que, cuando alguien es tan increíblemente pesado que eclipsa a otros muy pesados y que su pesadez es tal que hace inimaginable que pueda existir alguien más pesado en el universo, aún entonces, puede ser más pesado todavía, porque todavía no se conocen sus límites.
En cuanto al viaje, dieciséis horas de vuelo en un avión de Singapore Airlines, eso sí, con un servicio excelente incluso para la clase turista. Lástima, como siempre, que los encargados de preparar la comida a bordo no asuman su incapacidad para elaborar salsas y no se contenten con ofrecer dignos bocadillos, cosa que más de uno agradeceríamos. Por otro lado, a riesgo de ser calificado como machista, vaya desde aquí mi más sincera enhorabuena a los responsables del proceso de selección de las guapísimas azafatas. En los largos viajes en avión que, varias veces al año, tengo que realizar por motivos profesionales, echo constantemente de menos el profundo sopor que me atenaza cada día después de comer y que me impide mantener los ojos abiertos, ya que durante el viaje me resulta verdaderamente difícil dormir, cosa que, de suceder, minimizaría el aburrimiento del viaje y, sobre todo, el consiguiente e incómodo jet lag. En el trayecto de vuelta, sin embargo, sí que pude dormir algo, pero he de reconocer que hice trampa: me puse a ver la aclamada (como todas) película Volver de Almodóvar. Mano de santo.
Otra de las cosas impactantes de Singapur --perdonen, pero la cabra tira al monte-- es la impresionante belleza asiática de sus mujeres. La gente es tranquila y educadísima y muestra una amabilidad a la que no estamos acostumbrados por aquí y el hecho de que el inglés sea lengua oficial contribuye, a pesar del marcado acento, a que no exista la sensación de aislamiento que impera en otros destinos lejanos. No se tiene que vivir mal allí, se lo aseguro.
Los amantes de las compras pueden disfrutar de infinidad de modernos centros comerciales que abren incluso los domingos y mercadillos donde encontrar gangas. Hay multitud de restaurantes de todo tipo (¡cené una noche en un restaurante mongol!), agradables pubs con música en directo, discotecas donde el incauto podrá hacerse la ilusión de que ha ligado, edificios enteros dedicados a la venta de poductos electrónicos o unos grandes almacenes llamados Mustafá que vendrían a ser un Corte Inglés algo pringoso en la zona musulmana (mucho más sucia y descuidada, por cierto) y que están abiertos 24 horas. Otra interesante y curiosa atracción es un "safari nocturno" en el zoo de Singapur; al parecer es el único zoo del mundo que ofrece la posibilidad de visitarlo durante la noche. Muy recomendable.
Las peripecias personales no tienen interés, tan sólo decir que, cuando alguien es tan increíblemente pesado que eclipsa a otros muy pesados y que su pesadez es tal que hace inimaginable que pueda existir alguien más pesado en el universo, aún entonces, puede ser más pesado todavía, porque todavía no se conocen sus límites.
En cuanto al viaje, dieciséis horas de vuelo en un avión de Singapore Airlines, eso sí, con un servicio excelente incluso para la clase turista. Lástima, como siempre, que los encargados de preparar la comida a bordo no asuman su incapacidad para elaborar salsas y no se contenten con ofrecer dignos bocadillos, cosa que más de uno agradeceríamos. Por otro lado, a riesgo de ser calificado como machista, vaya desde aquí mi más sincera enhorabuena a los responsables del proceso de selección de las guapísimas azafatas. En los largos viajes en avión que, varias veces al año, tengo que realizar por motivos profesionales, echo constantemente de menos el profundo sopor que me atenaza cada día después de comer y que me impide mantener los ojos abiertos, ya que durante el viaje me resulta verdaderamente difícil dormir, cosa que, de suceder, minimizaría el aburrimiento del viaje y, sobre todo, el consiguiente e incómodo jet lag. En el trayecto de vuelta, sin embargo, sí que pude dormir algo, pero he de reconocer que hice trampa: me puse a ver la aclamada (como todas) película Volver de Almodóvar. Mano de santo.
Labels: viajes
4 Comments:
ja ja ja ja buena receta para dormir, almodóvar!
mi pareja estuvo por toda esa zona, y le impresionó sobre todo su modernidad, quizá porque tenemos en mente esa parte del planeta como un lugar deprimido!
sobre la belleza, yo es que no suelo encontrar atractivos los rasgos asiáticos, mi debilidad son los eslavos, de ahí mi insistencia con rumania, ja ja ja ja
Feingeschliffen me ha hecho una narración algo más detallada sobre la belleza de las mujeres en Singapur, que me causó una honda impresión.
El servicio a bordo (y la belleza de sus azafatas) de Singapore Airlines es mítico: lástima que el catering no haya estado a su altura. Cuenta la leyenda que, en clase business, te hacen masajes (en el sentido estricto del término).
Y en cuanto a la pesadez, desgraciadamente estamos lejos de conocer el umbral máximo. Aterra pensar qué nos sucederá cuando lo experimentemos...
En fin, bienvenido...
bienvenido!
qué bueno eso que cuentas de singapur. ¿cómo es el paisaje? ¿has estado sólo en la ciudad o te has adentrado en el país?
a mí los chicos rubios no me gustan mucho. los asiáticos si son tipo keanu reeves, sí.
Hola. El paisaje es casi selvático y lo que está claro es que agua no les falta. Mola el contraste entre edificios muy modernos y árboles por doquier. Sólo estuve en la ciudad y además por trabajo, pero se ve rápido que lo tienen todo muy bien montado y extremadamente limpio. Un lugar agradable, en definitiva.
Post a Comment
<< Home