Feingeschliffen

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Wednesday, November 23, 2005

Sigur Rós en BCN. Suntuoso y sobrecogedor



Ayer tuvimos ocasión de ver en directo a la banda islandesa de rock de vanguardia Sigur Rós. Fue en el BTM (Barcelona Teatre Musical), todo un lujo para los acostumbrados a salas bastante incómodas, por no decir infectas. Allí, cómodamente sentados en una butaca (claro que por los 50 euros que costaba la entrada es lo mínimo que uno podría esperar) asistimos a un show absolutamente fascinante. Alguien que, por desgracia, no pudo asistir debido al altísimo precio de las entradas y a una gripe galopante, me dijo una vez que le cuesta escuchar Sigur Rós porque le entra una profunda tristeza. Es cierto, su música desprende una languidez casi ultraterrena. Ellos mismos se definen como un grupo de rock pero, indudablemente, no ofrecen temas de rock que se ajusten a los cánones habituales. No hay solos, ningún instrumento predomina sobre el resto, sino que todos se conjuntan para crear una atmósfera, porque ése es, en realidad, el estilo de Sigur Rós: rock atmosférico. Muchos pasajes son realmente muy próximos en estética músical al llamado rock sinfónico/progresivo; tan cercanos que uno se pregunta por qué los aficionados a este estilo musical pueden apreciar y, de hecho, aprecian (apreciamos), una propuesta interesantísima como la de los islandeses, mientras que da la impresión --quizás errónea-- que los que han llegado a Sigur Rós por otros caminos no tienen gran interés en conocer la música progresiva.
Evidentemente cada uno escuchará la música que le venga en gana, pero quiero decir con esto que la imagen generalizada del rock progresivo es bastante equivocada; se habla de dinosaurios del rock, de suites farragosas y de ostentación instrumental y de estar anclados en el pasado. Veamos: esto no es necesariamente así; al contrario, los (buenos) grupos progresivos fueron más vanguardistas que nadie y, partiendo de lo que había, convirtieron el rock en algo mucho más comprometido con el arte. Como suele pasar, la mediocridad volvió pronto a triunfar y lo que deberían ser virtudes (virtuosismo instrumental y compositivo, letras elaboradas, actuaciones impactantes y profesionalidad) pasaron a considerarse defectos muy graves. Y así hasta hoy.

Pero que nadie se engañe, la actitud de Sigur Rós y la de las buenas bandas progresivas --las buenas, digo, porque la etiqueta que las define es demasiado amplia-- es exactamente la misma. Si por algo se (nos) ha criticado a los "sinfónicos" (me cuesta utilizar el adjetivo porque no me interesa la tendencia a agruparse en función de los gustos musicales) ha sido por la falta de apertura y la cortedad de miras; pero se olvida que ha habido y sigue habiendo grupos de ese estilo maldito que, cada uno a su manera, presentan proyectos totalmente dinámicos y renovadores. ¿Acaso no es esto mismo lo que ofrecen Sigur Rós?

En fin, empezábamos escribiendo sobre Sigur Rós y acabamos haciendo una apología del progresivo que me sorprende hasta a mí mismo pues, como dije en el post "Caminos secundarios" no me solía gustar tratar temas musicales. Pero, en defensa de los pobres buenos sinfónicos, que bastante tienen ya con ser unos marginados sociales, hay que decir que a muchos de ellos se les puede ver en conciertos de Dream Theater (progressive metal), de Opeth o Anathema (death metal), de Sigur Rós (vanguardia), de Pat Metheny (jazz rock), aparte de los pequeños vicios particulares que cada cual tenga; mientras que a pocos "no iniciados" (perdón por la horrible expresión sectaria) se les encontrará en un concierto de Camel, de Steve Hackett o de IQ.

Volviendo al concierto de Sigur Rós, hay que decir que fue memorable; realmente sensacional. De los mejores que he visto, y he visto muchos. Evidentemente la crítica lo ha destrozado (¿ven ustedes cómo, en realidad, es rock progresivo?), pero nosotros ni caso. Una verdadera maravilla; intensidad y emoción a raudales. Se le puede llamar como se quiera: vanguardia, post rock... Música excepcional hecha por gente normal... ¿Normal? El cantante/guitarrista es una versión masculina de Björk o Petronella Nettermalm, toca la guitarra eléctrica con un arco de violín, es gay y ciego de un ojo, pero dice que es afortunado porque debe de ser un agobio ver con los dos; se dice que el bajista tiene la sorprendente habilidad de atrapar peces con los dientes; el batería toca en calcetines y el teclista es un visionario que abandonó el alcohol poco después de cumplir catorce años. Pero lo que importa de estos jóvenes músicos (el mayor no sobrepasa los treinta) es que hacen música celestial con una naturalidad asombrosa, como si un coro de ángeles se pusiera a cantar en los pasillos del metro.


Sería injusto no mencionar también al cuarteto Amina, encantadoras señoritas multiinstrumentistas que, además de actuar maravillosamente como grupo telonero, tocaron con Sigur Rós durante todo el concierto. La magia de la noche, además, no se vio interrumpida por ningún fan coreando las canciones como suele suceder (sin duda para demostrar que se saben la letra) ya que el cantante tiene la costumbre de cantar en islandés cuando no lo hace en hopelandic, una especie de idioma inventado.

Un verdadero antídoto llegado del frío contra la asquerosa música latina que nos invade y nos destroza el cerebro. Si la fiebre estatutaria avanza y se dan cuenta de que Feingeschliffen no es un nombre suficientemente catalán a lo mejor me exilio en Islandia.

1 Comments:

Blogger SallanWorld said...

He aquí una mezcla de Cortázar y Sigur Rós...

11:26 PM  

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