Una historia
4:30 de la tarde. El metro se detiene. Ninguna estación a la vista. Los pasajeros se lanzan miradas ansiosas entre sí al darse cuenta mutuamente de su presencia por primera vez.
Al fondo del tren, una joven vestida con un traje pantalón verde está de pie en el centro del vagón y procede a desabotonarse la chaqueta, se la quita y la deja caer al sucio suelo de madera. También se quita los zapatos, los pantalones, la blusa, el sujetador, las medias y las bragas de flores, dejando caer todo en un ordenado montón. Esto la deja totalmente desnuda. Entonces mueve las manos entre las nalgas y empieza a toquetear entre las piernas. Finalmente logra coger algo frío y metálico y, muy lentamente, empieza a bajar la cremallera de su cuerpo; hacia arriba en línea recta hacia el estómago, entre los pechos, sobre el cuello, continuando justo por el centro de la cara hasta la frente. Sus dedos rastrean arriba y abajo la abertura resultante deteniéndose finalmente a ambos lados del ombligo. Se detiene un instante antes de separar meticulosamente su carne. Deslizando la mano derecha en el profundo corte abierto, empuja hacia arriba hasta la garganta para alcanzar algo sólido en la parte superior de la espina dorsal. Con un tremendo esfuerzo suelta y extrae una fina y reluciente varilla dorada. Sus dedos aflojan la presión y su arrugado cuerpo se desliza, limpiamente cortado en rodajas, por la superfície líquida de la varilla hasta el suelo.
¡SPLAT!
La varilla permanece sostenida en el aire justo encima del suelo. Un asta sin bandera.
Los otros pasajeros han permanecido en absoluto silencio, pero ante el ruido del cuerpo al caer al suelo, una señora gruesa de mediana edad, con un vestido rosa y un caniche haciendo juego, se levanta y grita: ¡BASTA YA! ¡ES ASQUEROSO!
La varilla dorada desapareció.
El traje pantalón verde quedó colgado en una percha con un recibo de la lavandería enganchado en la manga izquierda. En el recibo estaba escrito:
NOMBRE............................................
DIRECCIÓN.......................................
.............................................................
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Al fondo del tren, una joven vestida con un traje pantalón verde está de pie en el centro del vagón y procede a desabotonarse la chaqueta, se la quita y la deja caer al sucio suelo de madera. También se quita los zapatos, los pantalones, la blusa, el sujetador, las medias y las bragas de flores, dejando caer todo en un ordenado montón. Esto la deja totalmente desnuda. Entonces mueve las manos entre las nalgas y empieza a toquetear entre las piernas. Finalmente logra coger algo frío y metálico y, muy lentamente, empieza a bajar la cremallera de su cuerpo; hacia arriba en línea recta hacia el estómago, entre los pechos, sobre el cuello, continuando justo por el centro de la cara hasta la frente. Sus dedos rastrean arriba y abajo la abertura resultante deteniéndose finalmente a ambos lados del ombligo. Se detiene un instante antes de separar meticulosamente su carne. Deslizando la mano derecha en el profundo corte abierto, empuja hacia arriba hasta la garganta para alcanzar algo sólido en la parte superior de la espina dorsal. Con un tremendo esfuerzo suelta y extrae una fina y reluciente varilla dorada. Sus dedos aflojan la presión y su arrugado cuerpo se desliza, limpiamente cortado en rodajas, por la superfície líquida de la varilla hasta el suelo.
¡SPLAT!
La varilla permanece sostenida en el aire justo encima del suelo. Un asta sin bandera.
Los otros pasajeros han permanecido en absoluto silencio, pero ante el ruido del cuerpo al caer al suelo, una señora gruesa de mediana edad, con un vestido rosa y un caniche haciendo juego, se levanta y grita: ¡BASTA YA! ¡ES ASQUEROSO!
La varilla dorada desapareció.
El traje pantalón verde quedó colgado en una percha con un recibo de la lavandería enganchado en la manga izquierda. En el recibo estaba escrito:
NOMBRE............................................
DIRECCIÓN.......................................
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posted by Feingeschliffen | 7:50 PM
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