El espíritu de Roth
Tal como dije en el blog de mi amigo Maumaunoexiste, con quien, entre muchísimas más cosas, comparto una absoluta devoción por el formidable escritor Joseph Roth, esta semana me tomé una cerveza en el Café Tournon, sito en la calle del mismo nombre en París. Es más, tuve el gran privilegio de ocupar exactamente la misma mesa en la que el maestro escribió este delicioso fragmento de "La leyenda del santo bebedor"(una placa así lo recuerda, en francés, aunque Roth, a pesar de ser un consumado políglota, escribía en alemán):
Une heure c'est un lac,
une journée une mer,
la nuit une éternité,
le réveil l'horreur de l'enfer,
le lever un combat pour la clarté.Más o menos...
Una hora es un lago,
un día un mar,
la noche una eternidad,
el despertar el horror del infierno,
levantarse un combate por la claridad.
Soy mitómano. No llevaba conmigo ningún libro del maestro que poder leer en aquella mesa, pero sí la preciosa nouvelle "El amor de Erika Ewald" de su amigo y compatriota Stefan Zweig. La leí de un tirón, imbuido del espíritu de aquellos hombres de letras, genios irrepetibles a los que nunca podremos agradecerles que hicieran nuestras vidas un poco mejores.
Labels: Citas, Literatura, viajes
2 Comments:
Genial, la cita me parece muy buena.
Qué suerte poderse sentar y leer en un sitio tan mágico y especial, sólo pensarlo me dan ganas de leer sin parar!!!!
SAludos.
París es una ciudad mágica, incluso para los que necesitamos intérprete. Recuerdo que la primera vez que fui a París,quedé tan entusiasmado, que la basílica del Sacré-Coeur me pareció muy bella ( lo juro por la cobertura de mi móvil) El tiempo, ese corrector benévolo de errores juveniles, ha subsanado el problema.
Reitero mi gusto por Roth, y por los cafés de París ( y por la escuela laica, Brassens , Piaf, la "nouvelle vague", la museística francesa, las costas de la Bretaña, la "baguette", los quesos, las francesas, pasear por la plaza de los Vosgos, el ideal jacobino, etc.)
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