Bernhard

Tras leer a Bernhard, pienso, ya no se pueden leer tonterías. Cambia la perspectiva y se eleva el listón. Resulta aquí imprescindible recordar a don Miguel Sáenz, sensacional traductor de la amplia obra de Bernhard, y responsable último de que su narrativa, sus obras de teatro y sus poemas conserven admirablemente en castellano la musicalidad en la forma y el espíritu del original alemán.
De la devoción por Bernhard recuerdo quedar sobrecogido tras leerlo por primera vez, sin tener realmente claro hasta qué punto me había gustado, pero consciente, si se me permite la hipérbole, de que mi afición por la literatura sería diferente a partir de entonces. Recuerdo también, acabar una maravillosa novela de Bernhard en el metro de Barcelona y escuchar al mismo tiempo en mi cabeza el final de una sinfonía, un crescendo estremecedor. Recuerdo, por último, buscar durante largo rato su tumba en el cementerio de Grinzing una mañana lluviosa y, al encontrarla por fin, depositar respetuosamente una nota garabateada para el más irrespetuoso y genial de los escritores.
Labels: Efemérides, Literatura