Feingeschliffen

All in all a very dying race

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Monday, June 29, 2009

Clarividencia

Cuando el recepcionista le preguntó si sabía que Michael Jackson había comprado o intentado comprar el esqueleto del hombre elefante, Fate se encogió de hombros y dijo que Michael Jackson estaba enfermo. No lo creo, dijo el recepcionista mirando algo presumiblemente importante que sucedía en ese momento en la tele.
--Soy de la opinión --dijo con la mirada clavada en la tele que Fate no podía ver-- que Michael sabe cosas que nosotros no sabemos.

Roberto Bolaño. 2666.

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Monday, June 22, 2009

Singapur, de nuevo


En alguna ocasión he escrito ya sobre Singapur, lugar curioso al que, al menos de momento, viajo una vez al año por motivos de trabajo. El hecho de que me encuentre allí por razones laborales, unido a mi más que conocida indisciplina para tomar notas (a ver si algún día me corrijo), hace que los siguientes apuntes sean extraídos únicamente de mi memoria.

Así, de paso, actualizo un poco el blog, que falta hace...

En Singapur todo está prohibido, desde introducir chicles en el país, hasta fumar en la calle a menos de cierta distancia de las puertas de los establecimientos; en este último caso la multa es de 1000 dólares (500 euros). Si un peatón cruza en rojo se arriesga también a recibir una importante multa, igual que si lleva el coche sucio o abollado (700 dólares, creo). Hurtar algún artículo en unos almacenes supone para el ladrón siete años de cárcel, y el tráfico de drogas se castiga con la muerte. Todo esto convierte a Singapur en un lugar absolutamente seguro, ya que la delincuencia es prácticamente inexistente. Personalmente opino que se pasan un poco, no sé.

Los becarios y becarias del ICEX reciben una remuneración desmesurada por no hacer absolutamente nada; bueno, se corren unas juergas que no veas, y es tal su sensación de impunidad que, lejos de disimular, se dedican a alardear de ello. No olviden que se les paga con el dinero de todos nosotros.

Hablando de juergas, las discotecas en Singapur son muy divertidas, y se lo dice alguien que ha odiado las discotecas toda su vida (así me va). Los jóvenes improvisan coreografías que representan las letras de las canciones, en una especie de lenguaje de sordomudos frenético que resulta muy simpático para el espectador. Lo malo, una vez más, es que no se permite fumar. Los cubatas, en cambio, sin ser una maravilla, son claramente más dignos que en otros países.

En el acogedor Long Bar del clásico y elegante Raffles Hotel, puede degustarse el legendario Singapore Sling, algo empalagoso para mi gusto, mientras comes ingentes cantidades de cacahuetes y lanzas las cáscaras al suelo; la verdad es que esta costumbre produce cierto morbo, pues no olvidemos que nos hallamos en el país más limpio del mundo.

En Little India puede visitarse un centro comercial llamado Mustafa, algo digno de verse, una especie de Corte Inglés bastante pringoso, abierto 24 horas, en el que puede encontrarse absolutamente de todo y en ingentes cantidades, desde los últimos modelos de teléfonos móviles a sacos de arroz de todos los tipos, pasando por cajas de desodorantes y ordenadores portátiles. Resulta curioso que, viendo el aspecto y la limpieza (o mejor dicho su ausencia) de este barrio, uno no diría que se encuentra en Singapur.

En el barrio chino, no muy lejos de una explanada en la que personas de esa nacionalidad, incluídas ancianas con minifalda, se dedican a bailar country, y entre centenares de puestos de comida oriental y souvenirs de colorines, Erich ofrece unas salchichas austríacas para chuparse los dedos.

Las mujeres orientales son muy sonrientes y se muestran más simpáticas que las europeas --a excepción, claro está, de las encantadoras lectoras de este blog--. Los graciosos pantaloncitos cortos que acostumbran a lucir contribuyen también a que uno las mire con buenos ojos.

En un bar llamado The Dispensary (el dispensario), en la bulliciosa y lúdica zona del Clarke Quay, las sillas son sillas de ruedas. No me dio buena impresión y por lo que parece no soy el único, pues se trata claramente del local menos concurrido de por allí.

Si regreso el año que viene y les apetece les cuento más.

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