Elogio de la date

El concepto de date se ha traducido tradicionalmente como cita y, aunque en principio parece una traducción adecuada, los matices que diferencian nuestras citas y las dates son tantos y de tal calado, que habría que tenerlos claro. Todos hemos visto en innumerables películas y series de TV en qué consiste una date. Cuando un hombre (no necesariamente un adolescente, pues lo más maravilloso de la date es que funciona igual para TODAS las edades o incluso mejor en adultos) logra que una mujer le conceda una date (me resisto, como verán, a decir cita) sabe que existen muchas posibilidades de que algo ocurra; es decir, que quien va a una date sabe bien a lo que va y nadie se va a sorprender de que la date busque ser el inicio de algo más. No se pronunciarán las terroríficas palabras "me gustas como amigo", "no me lo esperaba" u otras sandeces por el estilo pues en la date hay una clara intención y predisposición a que la cosa pase a mayores.
Así las cosas, queda claro que tenemos mucho que aprender de Estados Unidos en este aspecto; los americanos serán todo lo que queramos pero en este tema lo tienen clarísimo y no se están por historias.
Aquí, en cambio, no hacemos más que marear la perdiz.