
Putting fear beside him, he trusts in beauty blind...
The Lamia, Peter Gabriel, 1974
¿Sabe una persona ciega de nacimiento lo que es la belleza? ¿Es capaz de apreciarla? La pregunta, terrible, la lanza Sophie Calle (París, 1953) en una de sus más conocidas instalaciones, titulada simplemente Los ciegos (1986). Sophie Calle, un auténtico personaje en sí misma, entrevista a dieciocho personas invidentes, que nunca han visto, y les pregunta cuál es para ellos la imagen de la belleza. La idea fue calificada por algunos de obscena e incluso prepotente, pero no es extraño que a Calle le interese el tema siendo como es una artista arriesgada, una mujer siempre intrigada por las vidas íntimas, obsesiva voyeur, capaz, por ejemplo, de seguir a un completo desconocido durante días y viajando al extranjero si es necesario, pero también de contratar a un detective para que la siga a ella y así verse (y mostrarse) desde fuera.
La obra no puede ser más sencilla: tres fotografías enmarcadas; un retrato de la persona ciega, un extracto de la respuesta sobre la belleza y una foto de aquello que el ciego considera ejemplo de algo bello. Recuerdo haberme estremecido ante aquella instalación; el resto --era una exposición muy amplia-- me pareció también de una fuerza formidable, pero Los ciegos es estremecedora. Las respuestas son siempre impactantes: el mar, los peces de colores, una habitación... Una mujer cuenta que lo más bello que ha “visto” en su vida es el cuerpo de su pareja a pesar de que “le falta un poco para ser perfecto”; un hombre explica que ha desterrado el concepto de belleza de su vida, no puede apreciarla y, por tanto, no la necesita...
Hace ya tiempo, me encuentro en una de las mejores (quizás la mejor) librería de mi ciudad, curioseando, como suele ser habitual, entre las mesas y estanterías. De repente se va la luz, un apagón momentáneo. En el mostrador, la dependienta se dirige a un cliente: “Un momento, por favor, se ha ido la luz y no le puedo cobrar”. A su lado, un joven que le acompaña dice: “¡Hombre, ahora yo tengo ventaja!”. Es ciego. Enseguida viene a mi mente la obra de Sophie Calle.
La exposición la visité hace bastantes años y cito por tanto de memoria, pero, si mal no recuerdo, la respuesta más sobrecogedora era la de una niña: “Los corderos, mi mamá, Alain Delon.”
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